Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 8, 1-4
Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una
gran multitud. Entonces un leproso fue a postrarse
ante Él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes
purificarme». Jesús extendió la mano y lo tocó,
diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al
instante quedó purificado de su lepra.
Hace
2000 años, Jesús hizo el milagro. Hoy, ahora mismo, Jesús está deseando hacer
un milagro contigo, con cada persona. Pídelo con fe. Y espera en el Señor. Él
te dará mucho más de lo que pidas; su don desbordará tus expectativas.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a
presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que
ordenó Moisés para que les sirva de testimonio».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Se
acercó un leproso: enfermo, marginado, necesitado de salud y de amistad. No lo
tuvo fácil: se acercó rompiendo la ley que les prohibía aproximarse a las
personas sanas.
“Señor, quiero acercarme a ti,
enséñame a reconocer mis enfermedades, del
cuerpo y del alma
y dame fuerza para superar los obstáculos que
me separan de ti”
Se
arrodilló. Reconoció así su pequeñez y la grandeza de Jesús. Se arrodilló para pedir
sin poder dar nada a cambio. Se arrodilló con humildad y confianza, ahogando el
orgullo que le pudiera quedar.
¿Cómo
te acercas tú a Jesús, con las actitudes del leproso? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué
le dices?
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