Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-42
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres
de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa
que mi hermana me deje sola con todo el trabajo?
Dile que me ayude».
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te
inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin
embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió
la mejor parte, que no le será quitada».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:
Andas inquieta y nerviosa con tantas cosas. Es cierto. A
veces perdemos los papeles y nos convertimos en esclavos de la actividad. El
mismo Señor que nos llama tantas veces a socorrer al tirado en el borde del camino,
que nos envía a curar y a anunciar el Evangelio, nos invita a seguir el ejemplo
de María, a disfrutar de su presencia y de su palabra.
Si supiéramos pararnos de vez en cuando para estar con el
Señor... ¡cómo cambiaría nuestra vida!
En cierta ocasión preguntaron a la Madre Teresa de
Calcuta que hacía cuando tenía muchísimo trabajo y contestó convencida: “rezar
más”.
El que reza bien tiene más fuerza, más alegría, más amor,
más voluntad para trabajar para los demás. Acción y oración no se contradicen.
Y si se contradicen es que no rezamos bien o nuestro compromiso está
desenfocado.
¿Cómo
lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
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