Más que nunca...


Ahora que los valores por los cuales vale la pena vivir
están amenazados necesitamos más que nunca
de las mujeres; incluso fuera de la familia:
mujeres casadas y no casadas.

No para proclamar a través de grandes carteles
que son más felices con el lavado más blanco,
con el dentífrico más fresco, con el sostén más apretado...
Ninguna mujer realmente emancipada será más feliz
proyectada su imagen como cover-girl, pin-up
o la irradiación de ella como artículo de sexo.

La mujer tiene un destino más grande y más importante.
Su fertilidad, su capacidad de fecundar espiritual
tiene que recibir de nuevo su valor.

En nuestro mundo, dirigido por tecnócratas,
que sólo piensan en fabricar cosas y en venderlas,
que viven competitivamente, la mujer es indispensable.

La misteriosa humanidad femenina, su sentido propio
para ver las cosas pequeñas, la dulzura y ternura
de que hacen gala para captar la fragilidad
de todas las cosas, su sentido maternal hacen
de la convivencia y del trabajo en común, una fiesta.

Cada mujer tiene una tarea fascinante en este mundo
si aún no ha sido desmenuzada por las ruedas
de la máquina de producción que mata.
La tarea de la mujer en el mundo del mañana
será decisiva para rehacer ese mundo,
en el que no caben los débiles y los pobres.

¡Ella puede ayudar a recrear esta sociedad
y convertirla en un hogar lleno de amor para todos!

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