Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 21-24
Al regresar los setenta y dos discípulos de su misión, Jesús se
estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo
ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a
los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado
por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie
sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar».
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos:
«¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que
muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron,
oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este
evangelio en mi vida?
A.
Has escondido a los sabios... has revelado a la gente sencilla. Dios se quiere
revelar a todos, pero no todos están abiertos. Sólo podemos vivir el Adviento,
sólo podemos ser cristianos desde la sencillez, desde la humildad. Si
creemos que lo podemos todo ¿qué vamos a pedir? Si pensamos que lo sabemos todo
¿qué puede enseñarnos Dios? El Adviento nos invita a ser como niños, que no
tienen nada propio, que tienen que aprenderlo todo.
"Señor, danos un espíritu de niño"
"Señor, cura nuestra prepotencia"
B.
Nadie conoce al Padre si no aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Hasta
que llegó Jesús, la humanidad imaginó a Dios de muchas formas: con cara de juez
sin misericordia, de relojero que pone en marcha el universo, de ser inmutable
sin sentimientos... A partir de Jesús sabemos que la entraña de Dios es el
Amor, la Misericordia, el Perdón, la Entrega... Es verdad que nunca conoceremos
a Dios completamente, pero el conocimiento que ahora tenemos es mucho más
ajustado.
"Gracias Padre por darte a conocer"
"Espíritu Santo, ayúdame a conocer cada día mejor al Padre"
"Borra, Jesús, las falsas imágenes que todavía tengo de Dios"
C.
¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Nosotros, aunque no vemos a
Jesucristo con los ojos de carne, como los apóstoles, también tenemos motivos
para sentirnos dichosos, para dar gracias a Dios. Sabemos y sentimos que
Dios nos quiere con todo su corazón. Sabemos y sentimos que Dios nos libera de
todo lo que nos hace infelices... Demos gracias a Dios rezando y compartiendo
esta experiencia con los que no la tienen.
"Gracias Señor por el don de la fe"
"Cura Padre nuestras tristezas y quejas"
"Hazme testigo de tu amor en el mundo"
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