Un testimonio para reflexionar


Hace poco, el portal de Internet "Análisis Digital”, del arzobispado de Madrid, reprodujo un artículo titulado "Debería estremecernos” escrito por César Valdeolmillos Alonso, columnista de la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE) y del diario Siglo XXI, cuyo texto completo AICA desea consignar con el propósito de colaborar en la reflexión con motivo del Día del Abuelo y del anciano.
Debería estremecernos...…
"Hace unos días escuché decir al presidente de Canarias, que en los hospitales de su comunidad autónoma había 400 camas ocupadas por personas mayores a las que se les había dado el alta clínica y a las que sus familiares no iban a recoger.
"He de confesar que en principio no di crédito a estas declaraciones. Pensé que se trataba de una estrategia política para conseguir más recursos del Estado. Lamentablemente la noticia fue confirmada más tarde por personal facultativo. ¡No me lo podía creer! La información ponía de manifiesto tal indignidad, me conmovió tan intensamente, que sentí vergüenza de pertenecer al género humano.
"Pero el problema no quedaba ahí. Interesado en el tema seguí investigando y averigüé que en los períodos vacacionales, feriados puentes y festividades señaladas como Semana Santa y otras, se produce en los hospitales un considerable aumento de ingresos de personas mayores.
Ante esta realidad me vino a la mente la frase que de pequeño tantas veces había escuchado a los mayores: Un padre, una madre, es para diez hijos y diez hijos no son para un padre. Siendo pequeño, nunca llegué a entender su significado. Hoy me avergüenzo al constatar el significado de tan lacerante aguafuerte. Y pienso en la tristeza, en el inmenso vacío que en su alma tienen que sentir esos padres y, sobre todo, esas madres, que habiendo entregado su vida a sus hijos, que habiéndose privado muchas veces de lo imprescindible para que nada les faltase, hoy ellos se desentienden, miran hacia otro lado y resulta que a todos les es materialmente imposible atender a sus padres ancianos. En el mejor de los casos los soportan unos cuantos días en cada casa y a regañadientes.
"Ellos se sacrificaron para que sus hijos lo tuvieran todo; ahora no son merecedores de nada; estorban; son un incordio; solo causan molestias y problemas con sus manías que resultan insoportables. Por eso tienen que andar con la maleta a cuestas de casa en casa cada mes. Como decía la antigua copla: "…son como la falsa "monea”, que de mano en mano va, y ninguno se la "quea”.
"¡Qué paradoja! Como la falsa "monea” y ninguna tan auténtica.
"Dicen que los mayores se vuelven muy absorbentes. ¿Porque se niegan a ser un mueble y reclaman estar con todos y no aislados en otra habitación? Ellos quieren seguir siendo un miembro activo más de la familia; que se les tenga en cuenta, poder opinar y dar su parecer. Se niegan a ser ese objeto que no nos atrevemos a tirar, pero que no sabemos qué hacer con él, ni dónde poner.
"Cuando nosotros éramos bebés, nuestros padres nos mostraban al mundo con gozo y contento. Hoy nosotros nos avergonzamos de ellos y de sus carencias y procuramos ocultarlos a los ojos de los demás.

"Si pensásemos menos en nuestro propio disfrute y solo un poco en todo lo que ellos nos han dado, nos detendríamos un instante en nuestra delirante búsqueda de una falsa felicidad, les miraríamos a los ojos y en ellos veríamos una desesperada súplica de comprensión, de cariño y de ternura. Esos ojos que amorosamente acunaron nuestro sueño; esos ojos que tantas noches velaron con entrega y angustia nuestra enfermedad; esos ojos que hoy con ansiedad nos demandan unas migajas de cariño y veríamos cómo nos dicen: "Mira como me encuentro… te entregué todo lo que era… mi juventud… mi energía… mi vida… todo mi ser… Hoy… ya no puedo evitar ser lo que soy… Sé que la vida ha pasado para mí; no tengo la culpa de que el tiempo me haya convertido casi en un despojo… por favor, no me rechaces… no me eches de tu vida… no me apartes a un lado del camino… sin ti, ya no me puedo valer… yo te sigo llevando en mi corazón… perdóname si alguna vez no fui como tú esperabas que fuese… no me des la espalda… dame tu mano y ayúdame…”.   

Comentarios