Santos Joaquin y Ana Padres de la Santísima Virgen
El protoevangelio de Santiago cuenta que los vecinos de Joaquín se
burlaban de él porque no tenía hijos. Entonces, el santo se retiró
cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana (cuyo nombre
significa Gracia) "se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos
lamentaciones". Un ángel se le apareció y le dijo: "Ana, el Señor ha
escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre
se hablará en todo el mundo". A su debido tiempo nació María, quien
sería la Madre de Dios. Esta narración se parece mucho a la de la
concepción y el nacimiento de Samuel, cuya madre se llamaba también Ana (
I Reyes, I ). Los primeros Padres de la Iglesia oriental veían en ello
un paralelismo. En realidad, se puede hablar de paralelismo entre la
narración de la concepción de Samuel y la de Juan Bautista, pero en el
caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente de una
imitación.
La mejor prueba de la antiguedad al culto a Santa Ana en Constantinopla es que, a mediados del siglo VI, el emperador Justiniano le dedicó un santuario. En Santa María la Antigua hay dos frescos que representan a Santa Ana y datan del siglo VIII. En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana; por él concedía la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de occidente en 1584.
La mejor prueba de la antiguedad al culto a Santa Ana en Constantinopla es que, a mediados del siglo VI, el emperador Justiniano le dedicó un santuario. En Santa María la Antigua hay dos frescos que representan a Santa Ana y datan del siglo VIII. En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana; por él concedía la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de occidente en 1584.
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