Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 35-38
Jesús dijo a sus discípulos:
Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las
lámparas encendidas. Sean como los hombres que
esperan el regreso de su señor, que fue a una
boda, para abrirle apenas llegue y llame a la
puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor
encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él
mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la
mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si
el señor llega a medianoche o antes del alba y los
encuentra así!
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Estamos dormidos cuando no nos enteramos de lo que ocurre
a nuestro alrededor, cuando nos descubrimos la presencia de Dios en nuestra
vida, en los hermanos, en la sociedad, en la comunidad…
Y cuando dormimos, el Señor pasa de largo, no podemos
sentarnos a su mesa, no podremos disfrutar de su amor.
Dios llega de madrugada, por la noche y al mediodía. A
cualquier hora, en cualquier lugar, a cualquier edad.
¿Estoy dormido? ¿En qué momentos? ¿En qué lugares?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, queremos estar en vela, pero en muchas ocasiones nos dormimos.
Despiertanos, Señor,
para descubrir tu presencia a nuestro lado,
para abrirte las puertas de nuestra casa,
para acoger tu amor, tu ternura, tu fuerza,
para sentarme a tu mesa y saciar mi hambre de felicidad.
Despiertanos, Señor, para encontrarte en los niños, en los pobres, en los que necesitan amor,
para amarte y servirte en los que han perdido la esperanza,
para aprovechar todas las oportunidades de compartir la alegría de la fe, de ser hijo tuya. Amén.
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