Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, además de
los Doce, y los envió de dos en dos para que lo
precedieran en todas las ciudades y sitios adonde
Él debía ir.
Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los
trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los
sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de
lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni
calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el
camino.
Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que
descienda la paz sobre esta casa!" y si hay allí
alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre
él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo
de lo que haya, porque el que trabaja merece su
salario.
No vayan de casa en casa. En las ciudades donde
entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
sanen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino
de Dios está cerca de ustedes"».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Celebramos
la fiesta de San Lucas. Un día sintió la llamada de Jesús, que quería confiarle
una misión. Puedo recordar las llamadas que a lo largo de la vida he recibido
y dar gracias por ellas. Y preguntarme: ¿a qué me llamas ahora, Señor?
Para
Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que
contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una mies, un
campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo miro a las
personas?
"Transforma mi mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
"Señor, enséñame a mirar como tú me miras"
Pedid
al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios que envíe
laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las comunidades
cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la absoluta grandeza de
Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad y llamad a otras personas.
Señor, nos has llamado de nuevo.
No por ser los mejores, ni los más listos,
ni los más fuertes.
Nos llamas porque nos quieres,
porque quieres hacernos felices.
Confiaste en nosotros, te vuelves a fiar,
a pesar de que no lo hicimos todo bien.
Tenemos miedos y a veces nos cansamos,
nos asalta la duda, la tentación
y no encontramos sentido al trabajo.
Mucha gente no nos entiende,
nos critica y llega el desánimo.
Pero escuchamos tu Palabra: "No temas,
yo estoy contigo" y nos llenamos de gozo.
Responder a tu llamada
es lo mejor que podemos hacer.
Será motivo de alegría para nosotros
y de felicidad para muchos.
Gracias por esta nueva llamada,
Gracias por todos los que te responden
y me animan a decirte: "Estoy dispuesta. Estoy dispuesto".
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