Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1-6
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales
fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de Él había un hombre
enfermo de hidropesía.
Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: «¿Está
permitido sanar en sábado o no?» Pero ellos guardaron silencio.
Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y
volviéndose hacia ellos, les dijo: «Si a alguno de ustedes se le cae en
un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca enseguida, aunque sea
sábado?»
A esto no pudieron responder nada.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En este evangelio Jesús
muestra su poder, curando al enfermo, y su sabiduría, al hacer callar a los
fariseos antes de que hablen.
“Señor, haznos generosos y astutos, para hacer el bien”
Los fariseos tienen la
tendencia de utilizar la ley para condenar a los demás y conocen todos los resquicios
para cumplir la ley sin cumplirla. Jesús, en cambio utilizar la ley para hacer
el bien y nunca se la salta en provecho propio, sólo cuando está en juego la
vida de las personas. Se juega su fama (y su vida), por salvar, por dar vida a
los que más sufren.
Jesús, Señor,
hermano, amigo,
quiero arriesgar mi
vida por amar, por servir, por liberar,
arriesgar contigo, siguiendo
tu Evangelio.
No quiero ser
conformista ni dejarme conducir
por criterios
egoístas.
Quiero jugarme
entero por la limpieza del alma,
por el amor
verdadero,
por esa santa
belleza del universo creado,
que nos confiaste
a todos para su cuidado.
Y quiero ser
caminante, peregrino,
creador humilde,
criatura inteligente.
Escojo ir de
la mano con los pobres de la tierra,
luchando por la
justicia, por la paz de un mundo nuevo.
Te pido,
Señor, tu Espíritu, soplo de tu alegría,
presencia de tu amor y
fuente de mi energía,
Y la ayuda de tu
Madre María,
mujer de esperanza,
servidora creyente.
Amén.
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