Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 10-13
Los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?»
Él respondió: «Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas;
pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino
que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo
del hombre». Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería
a Juan el Bautista.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este
evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:
A. A la gente le cuesta reconocer a Juan
como el profeta enviado de Dios, le cuesta reconocer a Jesús como el Mesías, el
Hijo de Dios. También a nosotros nos cuesta reconocer la cercanía de Dios en
nuestra vida:
Señor,
danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para
descubrirte y reconocerte en la vida,
en
mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en
los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de
los que sufren y de todas las personas.
Qué
sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.
Señor,
danos la valentía de Juan Bautista,
para
gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para
que sepamos mostrar tu presencia,
a
quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a
los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.
Señor,
gracias por compartir nuestra vida,
gracias
porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias
por la alegría de anunciar a otros tu presencia.
B. Elías vendrá y lo renovará
todo. El adviento es tiempo de renovación: renovación personal, renovación
eclesial, renovación social. Pero ¿es posible la renovación? ¿podemos cambiar? ¿podemos superar
esas malas costumbres que tenemos tan arraigadas? Es posible. Esta es una de
las buenas noticias del Adviento. Y además Dios mismo viene para dar la
vida por esa renovación. Con su fuerza y nuestra colaboración la renovación
será realidad. ¿Qué habría que renovar? ¿Qué le dices a Dios?
C. A Juan Bautista lo trataron a su antojo.
Jesús (el Hijo del Hombre) va a padecer a manos de ellos. Es destino de los
profetas. Los profetas no son videntes, son testigos de Dios, testigos de una
verdad que no se quiere oír, porque es demasiado dura, demasiado
comprometida...
"Señor,
ayúdame a descubrir los profetas que pones en mi vida"
"Quiero
acoger tu Palabra, por exigente que sea"
"Tu Palabra
Señor es vida"
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