Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 24-28
Jesús dijo a sus discípulos:
El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo,
que cargue con su cruz y me siga. Porque el que
quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda
su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le
servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde
su vida? ¿y qué podrá dar el hombre a cambio de su
vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de
su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces
pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les
aseguro que algunos de los que están aquí
presentes no morirán antes de ver al Hijo del
hombre, cuando venga en su Reino.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se da cuenta de que muchos le siguen por
interés, por las curaciones, porque es alimenta el hambre de sus estómagos, sin
embargo, pocos quieren seguir el nuevo estilo de vida que él propone. Y
nosotros ¿por qué seguimos a Jesús? ¿por qué rezamos?
¿Qué le dices a Jesús?
Dar la vida, tomar la cruz. Éste
es el nuevo estilo de vida que nos plantea Jesús. Hace 2000 años este
camino parecería difícil de recorrer. A nosotros, instalados en la sociedad
del confort, se nos antoja casi imposible.
"Señor,
¿cómo debo dar la vida y tomar la cruz?"
"Dame la fuerza
de tu Espíritu y de los hermanos para seguir tu camino"
¿Dar la vida? ¿tomar
la cruz? ¿para qué? ¿por
capricho? ¿para machacarnos? No. Cristo dio la vida
para que todos tuviéramos más vida, para recuperarla multiplicada. Cristo tomó
la cruz para que todos pudiésemos gozar de la resurrección.
"Gracias Jesús
por dar la vida, para que tengamos vida"
"Gracias por las
personas que siguen tu ejemplo"
"Ayúdanos a creer y a
experimentar que sólo vivimos cuando damos la vida"
Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida.
Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el
egoísmo,
y nos atenaza cuando queremos
jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes para evitar los riesgos.
Y sobre todo está la cobardía...
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen;
hacer un favor al que no lo va a
devolver;
gastar la vida es lanzarse aun al
fracaso, si hace falta,
sin falsas prudencias; es quemar
las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas y sólo tenemos sentido cuando nos quemamos;
sólo entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace evitar el
sacrificio y buscar la seguridad.
Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos y falsa
teatralidad.
La vida se da sencillamente, sin publicidad,
como el agua de la vertiente, como
la madre da el pecho a su bebé,
como el sudor humilde del sembrador.
Entrénanos,
Señor, ayúdanos a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible está tu
gracia y tu presencia;
no podemos caer en el vacío,
porque Tú estás esperando en la noche,
dispuesto de devolvernos la vida
multiplicada.
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