sábado, 29 de junio de 2024

Evangelio cotidiano/ Semana 12ª del tiempo Ordinario

  




Evangelio según san Juan 21, 15-19

En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. Él le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”.

Palabra del Señor.


Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?

En el evangelio de hoy, ante la pregunta de Jesús: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. San Pedro experimentó que las palabras de Jesús contienen vida, sentido, luz, y llevan a estar a gusto, a llenar el corazón, a tener esperanza. Por eso, se dedicó por entero a predicar a Jesús y su evangelio, y no solo a los judíos sino también a los gentiles, lo que trajo consigo ciertos problemas en la iglesia primitiva.No todo en la vida de Pedro fue un camino de rosas. Experimentó la debilidad. También Pedro fue débil. Tan débil que llegó a negar a su Maestro y Señor en el proceso seguido contra Él. “Ni le conozco”. Pero Jesús resucitado salió a su encuentro y, en su debilidad y arrepentimiento, le acogió, le perdonó y le puso al frente de su iglesia. Solamente le pidió que no dejase de amarle: “Pedro ¿me amas?”.  Y Pedro nunca dejó de amarle.Vemos cómo los dos también experimentaron la debilidad humana, la negación a Jesús, el “aquello que no quiero eso hago”. Pero por encima de sus debilidades, se vieron inundados por el amor de Cristo que les mantuvo en su seguimiento hasta el final. Los dos entregaron y gastaron su vida por Cristo y por los hermanos, porque Cristo entregó su vida y la gastó por ellos y los hermanos.En el fondo, estos rasgos comunes de Pedro y Pablo son los mismos que los de todo cristiano. Por eso, les podemos robar sus  palabras porque son también las nuestras: “Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero… tú solo tienes palabras de vida eterna…. Para mí la vida es Cristo”.

  1. Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

    Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
    Convento de Santo Domingo (Oviedo)

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