Evangelio diario / Lunes 21 de Julio
Evangelio según san Mateo 12, 38-42
En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: “Maestro, queremos ver un milagro tuyo”. Él les contestó: “Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón”.
Palabra del Señor.
¿Qué "señales" buscamos en nuestra fe?
A veces, queremos pruebas, sentir cosas extraordinarias, o que Dios resuelva nuestros problemas de forma milagrosa para creer. Jesús nos recuerda que la mayor señal ya se ha dado: su muerte y resurrección. Nuestra fe no se basa en lo que vemos o sentimos, sino en lo que Él ya hizo por nosotros.
La fe no es una exigencia, es una respuesta.
La fe verdadera no busca imponer condiciones a Dios, sino responder con confianza a su amor. No se trata de cuántas señales nos dé, sino de nuestra disposición a creer y confiar en Él.
La verdadera sabiduría está en escuchar a Jesús.
La sabiduría del mundo a menudo se basa en la razón, en la lógica pura o en el espectáculo. La sabiduría de Dios, revelada en Jesús, nos invita a una relación, a escuchar su Palabra y a seguir su camino, incluso cuando no entendamos todo.
El peligro de la incredulidad y el orgullo.
Así como los fariseos, podemos caer en la trampa de la autosuficiencia, creyendo que lo sabemos todo o que tenemos derecho a exigir a Dios. La humildad es clave para recibir la Verdad.
Este Evangelio nos llama a una fe más profunda, a reconocer la presencia de Dios no solo en lo extraordinario, sino en el sacrificio y la resurrección de Jesús. Nos invita a tener un corazón abierto y humilde, dispuesto a escuchar y a creer en Él, que es mucho más grande que cualquier profeta o rey.
¿Cómo podemos nosotros, en nuestro día a día, reconocer la "señal de Jonás" y vivir una fe que no exija, sino que confíe y ame?
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