Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 16-18
Dijo Jesús:
Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en Él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
El que cree en Él, no es condenado;
el que no cree, ya está condenado,
porque no ha creído
en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús
es el Hijo de Dios, el Hijo que se ha hecho humano, pobre, pequeño, vulnerable.
para manifestarnos el amor del Padre y la fuerza del
Espíritu Santo. Tanto amó Dios al mundo...
“Gracias Jesús por revelarnos el
corazón amoroso del Padre,
gracias porque Tú nos has mostrado el camino de
la vida,
gracias por ofrecerlos tu misma fuerza, tu
mismo Espíritu”
Jesús
nos ha descubierto que Dios no es en sí mismo un ser solitario, individualista...
Dios es familia, es comunidad, es Trinidad.
“Perdona y cura nuestras actitudes
individualistas, egoístas”
“Ayúdanos a aportar lo mejor de
nosotros mismos
en nuestra familia, en la parroquia, en la
sociedad”
Aunque
nunca podremos entender del todo cómo es Dios, sabemos que en la Trinidad las
tres personas son distintas, pero tienen la misma dignidad. Son tres personas
tan unidas, tan compenetradas, que son un único Dios.
“Señor, enséñanos a respetar el modo
de ser de cada uno,
a tratar a todas las personas conforme a su
dignidad
y a trabajar por la unidad, por la paz, allá
donde vivamos”
La
Trinidad es una comunidad abierta. En esta comunidad todos cabemos. Es más: el
Padre ha enviado a su Hijo Jesús y al Espíritu para invitarnos a compartir el
amor, la alegría, la paz, la comunicación del Dios-Trinidad.
“Gracias Señor por abrirme las
puertas de tu corazón”
“Ayuda a la Iglesia y a las familias
a permanecer abiertas”
“Danos
tu Espíritu para invitar a todos a acercarse a ti”
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