Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 7, 15-20
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se
presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por
dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los
reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos
o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno
produce frutos buenos y todo árbol malo produce
frutos malos. Un árbol bueno no puede producir
frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos
buenos.
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta
y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces,
ustedes los reconocerán.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús
no se deja llevar por las apariencias. Y quiere que sigamos sus huellas. En
todos los momentos de la historia han habido personas
que han sido lobos rapaces con piel de oveja mansa. Mucho más en nuestra
sociedad en la que la publicidad y el marketing se han desarrollado tanto.
Detrás de formas amables pueden esconderse buenos manipuladores y bajo formas
bruscas pueden presentarse personas sinceras y bienintencionadas. Hemos de
tener cuidado. No podemos ser ingenuos.
“Señor, no dejes que nos dejemos
llevar por las apariencias”
“Danos tu Espíritu para descubrir la
verdad de cada persona”
“Perdona y cura nuestra
superficialidad”
Además
de advertirnos, Jesús nos ofrece un criterio para distinguir a los falsos profetas,
a los lobos con piel de oveja: los frutos, las obras... Las palabras pueden ser
engañosas. Fijémonos en la vida: ¿son capaces de sufrir por los demás? ¿son fieles a las personas cuando pierden la salud o el
dinero? ¿cambian de discurso según las circunstancias,
para conseguir mayores beneficios personales? ¿se
acercan a los pobres, los tratan con respeto?
No
nos conformemos con mirar los frutos y la vida de los demás. Examinemos también
nuestra vida, no sea que también seamos lobos con piel de oveja.
¿Qué
te dice Dios? ¿Qué le dices?
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