Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 20-25
Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Él
les respondió: «El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá
decir: "Está aquí" o "Está allí". Porque el Reino de Dios está entre
ustedes».
Jesús dijo después a sus discípulos: «Vendrá el tiempo en que ustedes
desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les
dirán: "Está aquí" o "Está allí", pero no corran a buscarlo. Como el
relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del
hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta
generación».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas
ideas:
A. ¿Qué es el Reino de Dios o Reino de
los cielos? El Reino de Dios no es un territorio concreto, como el Reino
de España, ni se identifica con el Vaticano, ni con la Iglesia católica.
El Reino de Dios es el proyecto que tiene Dios para sus hijos e hijas; un
proyecto de felicidad, que se cumple cuando le amamos a Él y cuando amamos a
las personas. Cuando vivimos este doble y único amor, Dios reina.
"Gracias
Señor porque buscas mi felicidad"
"Reina Señor
en mi vida, en mi corazón"
"Dame fuerza
para construir tu Reino en mi familia, en el trabajo, con mis amigos..."
B. El Reino de Dios no vendrá
espectacularmente... Está dentro de vosotros. Isaías buscaba a Dios
en el huracán, en el terremoto y en el fuego; y lo encontró en el
susurro de una brisa suave. (1 Reyes 19,9-13). Esa susurro
se percibe en la bondad de nuestros sentimientos, en la sencillez de los
gestos de amor, en la pequeñez de un trozo de pan consagrado... ¿Sientes
esa brisa? ¿Dónde? Descúbrela, alégrate, da gracias.
Señor,
tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más alto que lo
más sumo mío. Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te
buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú
creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba
contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no
existirían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y
resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro
por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me
tocaste, y me abrasé en tu paz (San Agustín)
C. El Reino de Dios comienza en esta
tierra, pero encontrará su perfección al final de la historia. En ese
día Jesús, el Hijo del hombre, brillará como un relámpago. También
nosotros brillaremos al sentir el amor de nuestro Padre en toda su amplitud, al
disfrutar de una fraternidad perfecta. Imagina como será ese día...
Pero hasta que llegue, la lucha contra la
injusticia, contra la violencia, contra el pecado va a ser muy dura. En esa
lucha encontró Jesús muchos padecimientos y la propia muerte.
"Danos
luz y fuerza para luchar contra todo lo que hace infelices a las personas"
"Gracias Señor porque sabemos que al final vencerá el
Amor, vencerás Tú"
Comentarios
Publicar un comentario