sábado, 8 de marzo de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 5, 27-32



Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: «¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?»
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, para que se conviertan».

Palabra del Señor.

"El Evangelio de Lucas es considerado el Evangelio de la Misericordia. En él se nos hace ver la cercanía de Dios para todos los que habían sido despreciados y marginados a causa de sus maldades, enfermedades o pobrezas. Dios quiere levantar la esperanza de toda esa gente y quiere decirles que, aunque una madre se olvidara del fruto de sus entrañas, Dios no se olvidaría de ellos.
Quienes ya son justos y santos no necesitan más de conversión, sólo necesitan renovar momento a momento su sí amoroso a Dios de un modo más comprometido y más maduro. En cambio quienes viven descarriados como ovejas sin pastor son el objeto de la Encarnación del Hijo de Dios y de su entrega en la cruz para el perdón de sus pecados.
Quien ha sido buscado y encontrado por el Señor debe ser pronto en seguirlo al escuchar su voz que le llama a ir en su seguimiento. Este seguimiento puede ser de un modo radical para consagrarse de un modo total y exclusivo al Señor y a la misión que Él quiera encomendarnos. Puede ser también un seguimiento del Señor para vivir con Él un compromiso de totalidad que se manifestará en comportamientos nuevos, de mayor justicia y amor en medio de las realidades de cada día.
Quien tiene la experiencia personal del amor que Dios le tiene no puede sino convertirse en su apóstol para llevar a todos hacia Cristo para que, también ellos, experimenten la prueba del amor de Dios y se sienten, gozosos, a su mesa.
En esta Cuaresma el Señor nos invita a seguirlo, a amarlo y a anunciarlo a nuestros hermanos para conducirlos a Él. Ojalá y escuchemos hoy su voz y no endurezcamos ante Él nuestros corazones."

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