miércoles, 19 de marzo de 2014

Nos hablas, José

 




Con tu silencio como respuesta
y con tus pisadas, suaves y humildes,
nos muestras el camino de la fe.
Con tu silencio, obediente y puro,
hablas, más que con palabras,
con tus propias obras.
 
¡Sí; José!
Acercarse a tu pecho es sentir el rumor de Dios,
saber que, en la soledad y en la prueba,
es donde se demuestra la grandeza que presumimos,
la verdad o la mentira de lo que somos.
Nadie como Tú, José, habló tanto en imperceptibles palabras:
Tu vida fue un canto a la obediencia.
Tu caminar se convirtió en letra impresa.
Tu sendero marcó un antes y un después
para los que, como Tú, queremos seguir dejando huella.
 
¡Nos hablas, José!
Desde la bondad frente a tanto odio.
Desde la fe ante las dudas que nos rodean.
Desde el silencio cuando el ruido nos atenaza.
Desde la responsabilidad cuando caemos
bajo el peso de nuestras fragilidades.
 
¡Nos hablas, José!
En sueños que, mirando al cielo,
se convierten en destellos divinos.
En sueños que, mirando a la tierra,
nos empujan a ser decididamente rectos.
En sueños que, en las noches oscuras,
disipan preocupaciones y horas amargas.
 
¡Nos hablas, José!
Sin elocuencia pero con la verdad de tu vida.
Sin ruido pero con la decisión de tu cayado.
Sin, subidas o bajadas de ángeles,
pero con los pies en la tierra.
Sin riqueza en tu hogar ni monedas en tu túnica,
pero con el tesoro inmenso de tu fe sin límites.
¡Sí! ¡Así nos hablas, José!
Toda tu vida es páginas por escribir,
de alguien que ya habló con su propia existencia.
Amén.
 
P. Javier Leoz

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