Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 8, 1-3
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la
Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también
algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y
enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete
demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas
otras, que los ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Las mujeres también están muy cerca de Jesús. Quizá a
nosotros no nos llame la atención. Pero era algo extraordinario en aquella
época. Jesús no discrimina a la mujer, no discrimina a nadie. Los cristianos
tendríamos que luchar contra toda discriminación, sea por la razón que sea.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, hoy queremos hacer
memoria agradecida de muchas mujeres que se dejaron transformar por tu Espíritu
de Vida:
Recordamos a Sara, quien con
Abraham contestó a tu llamada de dejar su tierra natal y poner su fe en una
alianza con el Señor. Gracias por su fe.
Recordamos a Esther y Débora,
que gracias a su valor e inteligencia salvaron la nación. Gracias por su compromiso
personal en favor de muchos.
Recordamos con especial cariño
a la Virgen María, siempre atenta para escuchar tu voz y la de los hermanos,
siempre dispuesta hacer vida tu voluntad, con confianza y generosidad. Gracias
por su amor de madre.
Recordamos a María Magdalena y
las otras mujeres que siguieron a Jesús, también cuando fue crucificado. Ellas
fueron las primeras personas que se encontraron con Jesús Resucitado. Gracias
por su fidelidad en el amor a Jesucristo.
Recordamos a Febe y a Priscila
y a las otras mujeres que fueron líderes de la iglesia primitiva. Gracias
porque supieron difundir el Evangelio en momentos difíciles para la Iglesia.
Recordamos a Santa Águeda y a
todas las mártires que supieron mantener su fe y sus ideales más nobles. Gracias
por su testimonio.
Recordamos a Santa Teresa de
Ávila y Santa Catalina de Siena, que vivieron su fe con autenticidad y lucharon
contra la corrupción de la propia comunidad cristiana. Damos gracias a Dios por
su valentía y su amor a la Iglesia.
Recordamos a nuestras madres y
abuelas, a todas las mujeres importantes para nosotros, cuya entrega ha hecho
que hoy podamos disfrutar de una vida mejor. Gracias por su generosidad.
Recordamos las mujeres que hoy
en día son las primeras en descubrir compromisos al servicio de la justicia, de
la paz, de las mujeres maltratadas... Señor, que su trabajo siga dando buenos
frutos.
Acuérdate de las mujeres que
son víctimas de la violencia en sus hogares y fuera de ellos. Señor, dales
fuerza para vencer el temor y buscar soluciones.
Te pedimos por aquellas
mujeres que se enfrentan a una vida de pobreza.
Dales el don de la esperanza,
para trabajar juntas, con los hombres de buena voluntad, por un mundo más justo
y solidario.
Te pedimos también por
nuestras hijas y nietas. Para que crezcan, con tu ayuda, fuertes y sensibles,
creyentes y comprometidas, libres y felices. Amén.
Ayudaban a Jesús con sus bienes. Compartir los bienes es
un signo de mucho amor, de mucha solidaridad. Nos cuesta desprendernos de
ellos.
¿A qué dedicamos nuestros bienes, nuestro dinero?
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?
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