Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos
arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
Algunos fariseos les dijeron: «¿Por qué ustedes hacen lo que no está
permitido en sábado?»
Jesús les respondió: «¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él
y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y,
tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes,
comió él y dio de comer a sus compañeros?»
Después les dijo: «El Hijo del hombre es dueño del sábado».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos están al acecho. Espían a Jesús y a sus discípulos,
para ver de qué los puedes acusar.
Los acusan de incumplimiento de la ley del sábado.
Utilizan la ley para atacar, para condenar. Jesús les explica con un ejemplo el
verdadero sentido de la ley del sábado y de todas las leyes. Las leyes tienen
su sentido, pero están al servicio de las personas. Las personas no pueden
convertirse en esclavas de la ley. Además Él está por encima de cualquier ley:
es señor del sábado.
¿Estamos al acecho de alguna persona? ¿Utilizamos la ley
para condenar? Pedimos perdón.
Damos gracias a Jesús que nos libera del peso de la ley.
Señor, Tú nos ofreces tu
palabra y tu ley,
para compartir
con nosotros tu sabiduría,
para
que conducirnos por el camino de bien,
para
buscar la concordia y la paz,
para
ayudarnos a encontrarnos contigo.
No permitas que utilicemos la
ley para condenar,
para someter a las personas más
débiles,
para defender los intereses de los
poderosos,
para justificar injusticias y
atropellos,
para convertirla en un ídolo sin
corazón.
Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza para aceptarla como camino de
vida
y acierto para mostrarla en positivo a los demás.
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