Bienaventurada Virgen María del Rosario
Santísima Virgen del Rosario
Amada por Dios desde toda la eternidad, viniste al mundo llena de gracia y sin la más ligera sombra de pecado para ser Madre de Jesús y Madre nuestra.
Cuando el ángel te saludó en nombre de Dios, respondiste sí a la invitación divina, y el Verbo se hizo carne en tu seno virginal. Desde entonces comenzaste a vivir en íntima comunión con Él los misterios todos de su vida, y te convertiste en Nuestra Señora del Evangelio, de la Redención y de la Gracia.
Junto a la Cruz bebiste con tu hijo Dios el cáliz amargo del dolor
y unida a Él mereciste para todos los redimidos la vida eterna.
El Espíritu Santo descendió en Pentecostés nuevamente sobre Ti
y te consagró Madre de la Iglesia. Coronada ahora en el Cielo
como Reina y como Madre de todo lo creado.
Tu corazón continúa aquí en la tierra. En El confiamos.
Madre del Rosario acércate aún más a nosotros.
Te pedimos por los que no tienen fe o rechazan tu luz.
Por los que no tienen pan. Por los enfermos y por los sanos.
Por los que viven angustiados o sufren sin esperanzas.
Por los hogares que se elevan y por los hogares que amenazan ruinas.
Santifica y fortalece al Papa, el dulce Cristo en la tierra,
a los Obispos y sacerdotes, a todos los llamados a seguir
más de cerca de Jesucristo.
Enciende en sus corazones un fuego que jamás se extinga.
Madre del Rosario, únenos a Ti en la tierra y llévanos contigo al Cielo.
Amén.
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