Lecturas de hoy / jueves de la 4º semana de octubre

 




Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

A los cristianos de Éfeso

6, 10-20

 

Hermanos:

Fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder. Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio.

Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superados todos los obstáculos. Permanezcan de pie, “ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza”. Calcen sus pies con el celo para propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno. Tomen el caso de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.

Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu, Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todo los hermanos, y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas. ¡Así podré hablar libremente de Él, como debo hacerlo!

 

Palabra de Dios.



La vida del cristiano es una lucha contra las fuerzas adversas a Dios, unas fuerzas que se oponen a su señorío en el mundo e intentan separar al hombre del Creador. Son unas fuerzas oscuras, no identificables con facilidad, superiores al hombre. Sin embargo, el cristiano que vive en comunión con su Señor recibe de él la fuerza necesaria para el combate que se desarrolla en la situación real en que vive. Pablo, empleando imágenes militares, exhorta al cristiano, despojado del hombre viejo en el bautismo, a revestirse de las armas para la lucha. Se trata de los dones que Dios distribuye a los bautizados y que éstos están llamados a recibir y poner en práctica para vivir la libertad de los hijos, liberados de su miedo y de las insidias del maligno, fuertes y perseverantes en las pruebas.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                       143, 1-2. 9-10ab

 

R.    ¡Bendito sea el Señor, mi Roca!

 

Bendito sea el Señor, mi Roca,

el que adiestra mis brazos para el combate

y mis manos para la lucha. R.

 

Él es mi bienhechor y mi fortaleza,

mi baluarte y mi libertador;

Él es el escudo con que me resguardo,

y el que somete los pueblos a mis pies. R.

 

Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo

y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas,

porque Tú das la victoria a los reyes

y libras a David, tu servidor. R.

 

 

 


   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

13, 31-35

 

Se acercaron algunos fariseos que le dijeron a Jesús: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte».

Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, "a ustedes la casa les quedará desierta". Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan:

¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!»

 

Palabra del Señor.




 ¿He abierto mi corazón al Señor Jesús?

  


La seguridad de tener su vida en manos de Dios Padre hizo a Jesús alguien muy sereno; libre de temores, por ejemplo, de lo que pudiera hacerle un tirano dictador como fue Herodes. Cierto que no era temerario o insensato, pero había en Jesús tal dominio de su vida que fue capaz de contestar de ese modo relajado a quien era temido por muchos. Sabía que la historia estaba en manos bondadosas de Dios y que debía concentrarse en hacer la voluntad de su Padre. Su vida, en la cruz, la entregará en esas manos compasivas y todopoderosas. Hasta ese día, se siente libre para anunciar el Reino y mostrarlo presente y activo ya aquí por medio de milagros y curaciones.
¿Qué grado de esta libertad manifiesta tu vida?

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