Lecturas del día

  NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

Fiesta


 


 

Lectura de los Hechos de los Apóstoles

1, 12-14

 

Después que Jesús subió al cielo, los Apóstoles regresaron del monte de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitido recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.

 

Palabra de Dios.



Durante los días de espera de pentecostés –cuando todos habrían de recibir el Espíritu Santo prometido- la pequeña comunidad de los once apóstoles, junto con otros discípulos y familiares de Jesús -entre los que se encuentra María, su madre-, aguarda hospedada en la casa de alguno de ellos. Esta comunidad prepentecostal brilla por una característica esencial: la oración es compartida además por hermanos y hermanas asiduos y concordes. Después de Pentecostés, donde también estuvo presente María (Hch 2,1), la comunidad eclesial desarrollará su propia identidad y la diaconía; sin embargo, la oración precedente es como una preparación indispensable; la asiduidad y la concordia son como la gestación del futuro.



 

SALMO RESPONSORIAL                           Lc 1, 46-55

 

R.    El Todopoderoso ha hecho en mi grandes cosas

 

Mi alma canta la grandeza del Señor,

y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,

porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz. R.

 

Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:

¡su Nombre es santo!

Su misericordia se extiende de generación en generación

sobre aquéllos que .lo temen. R.

 

Desplegó la fuerza de su brazo,

dispersó a los soberbios de corazón.

Derribó a los poderosos de su trono

y elevó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos

y despidió a los ricos con las manos vacías. R.

 

Socorrió a Israel, su servidor,

acordándose de su misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,

en favor de Abraham

y de su descendencia para siempre. R.

 

 


   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

1, 26-38

 

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:

«¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo:

«No temas, María, porque Dios te ha favorecido., Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; El será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

María dijo al Ángel:

«¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?»

El Ángel le respondió:

«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».

María dijo entonces:

«Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra».

Y el Ángel se alejó.

 

Palabra del Señor.



Alégrate llena de gracia

1) Un mensajero: El ángel va a anunciar a María esta obra de Dios en ella. Algo incomprensible y loco, que para nosotros no tiene lógica (como son las cosas de Dios). Esto exige mucha fe y, por sobre todo, entrega. Hoy capaz que en tu vida ya tuviste el mensaje de lo que te pidió Dios a ti. Capaz que no entiendes o no lo ves, hasta te parece ilógico. Confía y entrégate.

2) Alégrate: Lo que viene de Dios da alegría. No te niego que aparecen también los golpes, pero tener un corazón alegre en Dios es sentir el amor de Dios incluso cuando tenés al mundo en contra.

3) Hágase: Es el abandono de María. Abandónate vos también a esta realidad que vivís. Entrégate a esta obra de Dios que salva a muchísimos. Dios te llama para salvarte. Dios está a tu lado. No tengas miedo. Hasta el cielo no paramos.

Pbro. Luis A. Zazano




 

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