miércoles, 18 de septiembre de 2024

Mes de la Biblia

 


 Gracias, Señor, porque tú eres el fiel pastor que me cuida, me provee y me ayuda. Gracias porque confiar en ti trae descanso y paz a mi alma.

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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La imaginación puede perturbarnos mucho en la oración porque nos lleva a todas partes y nos distrae. Pero no hay que luchar contra ella, porque es peor. Es mejor apartar dulcemente las imágenes interiores y dejarlas pasar, volviendo suavemente a la presencia del Señor. Pero también podemos pedirle al Espíritu Santo que sane y ordene nuestra imaginación para que nos ayude a orar. La imaginación es algo bueno y precioso si se la entregamos al Espíritu Santo.

Entonces, podemos imaginar las manos de Jesús que acarician, o sus brazos que sostienen, o sus ojos que miran con serena ternura, o simplemente su rostro, su figura que nos invita a un abrazo, o a descansar a su lado. Estas son buenas maneras de introducirnos en su presencia. En ese encuentro, es posible que imaginemos que él abre su pecho y derrama en nosotros ese manantial de fuego que es el Espíritu Santo.

Así, el Espíritu Santo puede ayudamos con su luz, para que aprendamos a utilizar nuestra imaginación con habilidad y creatividad, de manera que sea nuestra aliada en la oración, y no nuestra enemiga.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

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Evangelio cotidiano / Semana 24ª del tiempo Ordinario

 




 Evangelio según san Lucas 7, 31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor: “¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no han bailado, hemos entonado lamentaciones, y no han llorado”. Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y dicen: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Miren qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón”.

Palabra del Señor.

“¿A quién se parece?”


(..) La queja de Jesús que refleja  el evangelio proclamado es esa indiferencia de sus contemporáneos al no reconocer las llamadas de Dios a través de las personas y de los sucesos: " Vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “mirad que hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores".

Como los coetáneos de Jesús  solemos rechazar las insinuaciones de Dios, tanto a la penitencia de Juan como la condescendencia de Jesús. Pero la llamada insistente de hoy es acoger el Amor, el sabio designio de Dios. Miremos a lo esencial: en el corazón del hombre Dios ha puesto el Amor, la eternidad. Por eso Pablo dice de la caridad que " permanece", es lo único que permanece eternamente. El amor de donación, o ágape, no es pasión sentimental, al contrario, abraza a todos, no puede excluir a nadie, ni siquiera al enemigo.   El primero, el eros, es para nosotros el punto de partida; el segundo, la caridad, el punto de llegada. Entre ambos existe todo el espacio para una educación al amor y un crecimiento en él.  Pide conversión.

La caridad es aquí y ahora lo que será eternamente. Y para la vida es el único don indispensable.  La caridad es algo de la madurez, de lo eterno. Todo lo demás pertenece a la imperfección de la vida. Vivir la caridad es participar aquí ya del mundo de Dios.

Las notas con que las describe Pablo no son normas a cumplir sino afirmaciones sobre el amor de Dios. Es la sabiduría de Dios. Si no  hubiera sol  todo se quedaría sin luz, así todos los carismas sin el sol de la caridad. Está caridad a base de serenidad y de humildad, de olvido y de don de sí, de servicio y de ayuda mutua, probada con obras, llegará a su plenitud en la visión. La buena sabiduría brota del amor. Y encuentra en la entrega total de Cristo en la cruz como expresión suprema de amor y perdón, su expresión más acabada.

No estamos solos en esta empresa; primero  hemos sido amados. " El amor de Dios de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, con el Espíritu Santo que se nos ha dado". 

 Monjas Dominicas Contemplativas

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santo Domingo (Segovia)

martes, 17 de septiembre de 2024

Mes de la Biblia

 


 Señor, ayúdame a no temer ni tener ansiedad. Quiero vivir con la seguridad de que estás conmigo y me das la ayuda necesaria para vencer los problemas y obstáculos que se presentan en mi vida. Gracias porque me sostienes y nunca me soltarás. Contigo tengo paz y victoria sobre las dificultades.

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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En Juan 20,19-23 vemos que, a pesar de la resurrección, los discípulos se encierran, llenos de miedo. Porque todavía debían recibir la fuerza del Espíritu Santo que los impulsara a la misión liberándolos del temor y la cobardía.

No significa esto que el Espíritu Santo no estuviera presente de ninguna manera, ya que según el Evangelio de Juan Jesús derrama el Espíritu cuando muere en la cruz. Pero Jesús iba produciendo poco a poco una efusión cada vez más plena y liberadora en sus discípulos que finalmente les haría vivir la explosión evangelizadora de la Iglesia naciente en Pentecostés.

El Espíritu Santo nos saca del encierro, del aislamiento, y nos impulsa hacia fuera. Por eso tenemos que convencernos de que el Espíritu Santo nos quiere hacer vivir una espiritualidad en la acción. No tenemos que pensar que sólo tenemos espiritualidad cuando nos encerramos a orar, porque cuando estamos evangelizando, o cuando estamos prestando un servicio bajo el impulso del Espíritu Santo, eso también es espiritualidad. Y esto vale sobre todo para los laicos, que están llamados a impregnar el mundo con la presencia del Espíritu.

Todo lo bueno que Jesús produce en nuestras vidas se realiza por la acción íntima y profunda del Espíritu Santo que él envía. Todo consuelo, toda luz interior, todo regalo de la gracia, todo carisma y todo impulso de amor, nos llegan por la acción interior del Espíritu Santo. Y con ese poder es posible cambiar el mundo.

Por eso, si queremos liberar y embellecer nuestras vidas, y el mundo entero, tenemos que pedirle a Jesús resucitado que derrame en nosotros un poco más del poder del Espíritu Santo que llena su humanidad gloriosa.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio cotidiano / Martes de la Semana 24ª del tiempo Ordinario

 



 Evangelio según san Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con Él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: “¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!”. El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo: “Un gran Profeta ha surgido entre nosotros”, y “Dios ha visitado a su pueblo”. Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

Palabra del Señor.


Jesús es Palabra de Dios que da Vida.


La escena  del evangelio presenta a Jesús como "dador de vida". A Jesús le "da lástima" el dolor de una viuda que ha perdido a su hijo único. Jesús se hace sensible a su dolor y lo que era una comitiva de muerte se convierte en una fiesta de vida. Jesús es una palabra de vida que va más allá de la muerte; le habla al muerto: muchacho a ti te lo digo levántate.

El término “levantarse” no es solo ponerse de pie, también se refiere a volver a la vida. El evangelio lo usará incluso para hablar de la resurrección misma de Jesús.

Es bueno escuchar en medio de nuestros sufrimientos esta palabra de Jesús: levántate. Palabra que nos invita a tener una vida más plena, que nos invita a renovar y hacer nueva la vida.

Jesús nos anima también a salir del llanto y la tristeza, salir de una cultura de muerte. Que nadie tenga que llorar. Ojalá los seguidores de Jesús repitamos siempre sus palabras de misericordia y vida: “No llores, levántate”.

Seguir el gesto de Jesús significa suscitar vida: tener piedad de los que sufren y ofrecerles nuestra ayuda; allí donde la enfermedad, el sufrimiento y la muerte parecen ser definitivas, hacer posible la esperanza de  vida nueva. Es la tarea de los seguidores de Jesús, apostar por una cultura del encuentro que sabe ver al que sufre, acercarse a él, tocar el sufrimiento, llevar una palabra de vida.

Pero nada de esto se realiza sin la fe en el Dios de la vida, sin fe en la palabra de Jesús que es Palabra que da Vida.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)

lunes, 16 de septiembre de 2024

Mes de la Biblia

 



Gracias te doy, Padre, porque en Cristo tengo la fortaleza necesaria para afrontar las dificultades de la vida. Contigo soy vencedor. Amén.

Los cinco minutos del Espíritu Santo

 


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El Espíritu Santo puede enseñarnos a disfrutar de las cosas lindas de la vida, pero en la presencia de Dios. Él nos enseña a gozar, encontrando al Señor también en los placeres cotidianos.

Por ejemplo: Si uno aprende a disfrutar de la ducha, si es capaz de detenerse a disfrutar el roce del agua caliente, si deja que su cuerpo se alivie con el agua, y se detiene sin prisa a gozar de ese contacto. Entonces, puede empezar a imaginarse a Dios como agua viva, agua que sana, agua que alivia. Dios como fuente de vida, manantial infinito.

Si está escuchando música que le gusta, ¿por qué no puede detenerse un minuto a disfrutarla? Y mientras la escucha, puede poco a poco dejar que el ritmo y la armonía vayan tomando todo su ser. Y así empieza a imaginar a Dios como una música infinita, que lo envuelve y le hace bailar por el universo.

Si está ante un paisaje, puede detenerse un rato, sin apuros. Hay gente que pasa ante los paisajes como si estuviera mirando fotos, y no se queda aunque sea unos minutos disfrutándolo. O ignora las flores, o un árbol, o el cielo. En cambio deteniéndose en esas cosas, poco a poco, uno puede comenzar a contemplar a Dios como belleza infinita.

Podemos intentarlo. Alguna vez que estemos disfrutando de algo, invoquemos al Espíritu Santo para poder elevarnos en medio de ese placer. No se trata de renunciar al placer, sino de darle un sentido infinito.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio cotidiano/ Lunes de la Semana 24ª del tiempo Ordinario

 




Evangelio según san Lucas 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: “Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga”. Jesús se puso en camino con ellos.

No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: ‘Ve’, y va; al otro: ‘Ven’, y viene; y a mi criado: ‘Haz esto’, y lo hace”. Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: “Les digo que ni en Israel he encontrado tanta fe”. Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

Palabra del Señor.


“ Jesús se admiró de él 

Jesús, al escuchar estas palabras, se asombra y declara: "Ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande". Esto es muy significativo, porque Jesús reconoce la grandeza de la fe de un extranjero, alguien que no pertenecía al pueblo elegido de Israel. La fe del centurión trasciende las expectativas religiosas y culturales de la época, y es alabada por el mismo Jesús.

El resultado es que el siervo del centurión es sanado, demostrando que la fe genuina en Jesús puede obrar milagros. No depende de ritos, posiciones sociales o proximidad física, sino de la confianza total en el poder y la autoridad de Cristo.

Reflexión final:

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia fe. El centurión nos muestra que una fe auténtica se manifiesta en la humildad, en la capacidad de reconocer nuestra pequeñez ante Dios, y en la confianza total en su palabra y poder. A menudo, como humanos, buscamos señales visibles o garantías, pero Jesús nos llama a confiar en su poder sin reservas, como lo hizo el centurión.

Asimismo, este relato nos desafía a superar nuestras barreras y prejuicios, recordándonos que la fe puede encontrarse en lugares y personas inesperadas. El centurión, aunque extranjero, es un ejemplo de una fe que sorprende incluso a Jesús, y su historia nos motiva a vivir con esa misma confianza en el Señor, creyendo que su palabra tiene el poder de transformar y sanar nuestras vidas.

domingo, 15 de septiembre de 2024

VIGESIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 




Evangelio según san Marcos 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le contestaron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra Pedro le dijo: “Tú eres el Mesías”. Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días”. Se lo explicaba con toda claridad.

Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero Él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!”. Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?”.

Palabra del Señor.


“El Hijo del hombre debía sufrir”

Todo seguidor de Jesús tiene que pasar por el crisol de la cruz para madurar en la fe. Pasar por la cruz del Maestro que desconcertó a sus apóstoles y también nos desconcierta hoy en un mundo donde prima el exitismo, la cultura de la imagen y los likes. Ese Maestro con su cruz desconcierta las lógicas del mundo, porque salva desde el rechazo y el aparente fracaso; y se levanta por sobre todas las expectativas humanas para ser plenamente fiel a Dios Padre.

Allí también está el tamiz que nosotros debemos atravesar. Cargar con la propia cruz, renunciando a toda felicidad aparente, a toda imagen virtualmente construida, a tener un nombre o una fama para este mundo, y seguirlo solo a Él. Perder la vida para ganarla, para encontrarla en la realidad definitiva del Reino de amor y justicia que nos trajo Jes

viernes, 13 de septiembre de 2024

Mes de la Biblia


 Señor, hazme más como tú. Ayúdame a vivir una vida llena de misericordia y a andar siempre en la verdad. Quiero impactar al mundo con tu presencia reflejada a través de mis palabras y mis acciones. Lléname más de ti. En el nombre de Jesús, amén.

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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Podríamos decir que entrar en la presencia del Espíritu Santo no es tanto un esfuerzo por estar atentos con la claridad de la mente, sino más bien dejarnos inundar por él poco a poco.

Pero en realidad él está siempre inundándonos, aunque estemos distraídos, dormidos, u ocupados en un trabajo exigente. También cuando pasamos un momento de oración distraídos, sólo pensando en nuestros proyectos, él está, esperando que lo reconozcamos, en lo más hondo de nuestra intimidad.

Por eso algunos dicen que en realidad no se trata de que él entre en nosotros, sino de entrar nosotros en él, de penetrar en su presencia, de habitar en su amor y en su luz que siempre nos superan.

Pero nosotros estamos siempre dentro del Espíritu divino, sumergidos en él que nos envuelve, nos sostiene y nos lleva dentro de sí permanentemente. Él está llenando todo espacio, todo tiempo y todo lugar, y nunca podemos estar fuera de él, o escondidos de su presencia permanente:

"¿Adonde iré lejos de tu espíritu? ¿Adonde huiré de tu presencia? Si subo hasta los cielos, allí estás tú, si bajo hasta el abismo, allí te encuentras tú. Si tomo las alas de la aurora y voy a parar a los confines del océano, también allí tu mano me conduce, tu brazo me sostiene" (Salmo 139,7-10).

Entrar en su presencia es sobre todo arrojarnos, llenos de confianza y gratitud, deseosos y necesitados, en sus brazos de amor. Es penetrar allí donde siempre estamos, pero entrar con toda la fuerza de nuestro deseo.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio cotidiano / Semana 23a del tiempo Ordinario

 



Evangelio según san Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Hermano, déjame que te saque la mota del ojo’, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano”.

Palabra del Señor.


“Perdonen y serán perdonados”

La enseñanza de Jesús expresa los modos concretos en que se realiza su mandato de ser misericordiosos como el Padre. En primer lugar, se tiene que dar una clara conciencia de estar en las manos de Dios que nos otorga su amor que es misericordia, que a pesar de nuestras fragilidades, errores y pecados nos ama, carga con nosotros, nos brinda la salvación. Desde esta conciencia no nos queda otro camino que el de la misericordia expresada en no juzgar, no condenar, perdonar y ser inmensamente generosos en el dar de lo que tenemos y de nosotros mismos para el bien de los demás.

Ver con claridad es reconocer que la fragilidad y la herida del pecado están en nosotros. Solo desde esta “empatía misericordiosa”, por sabernos hermanados en la miseria, podemos generar pasos de corrección fraterna y de conversión comunitaria.


jueves, 12 de septiembre de 2024

Mes de la Biblia




 Señor amado, quiero amarte con todo mi corazón, con toda mi alma y con toda mi mente. Enséñame, por favor. Y no quiero quedarme ahí, también quiero aprender a amar a mi prójimo como a mí mismo. Ayúdame a perseverar en esto y a crecer en tu amor. Mi gran deseo es obedecerte siempre. En el nombre de Jesús, amén.




Fiesta del Santísimo Nombre de María

 



 Cada 12 de septiembre la Iglesia Católica celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios: “María”.

Su santo nombre, como nos lo recordaba el Papa Benedicto XVI en 2009, “está totalmente unido a su Hijo, a Cristo, y… nos da valentía para seguir adelante”, en un mundo que anda sumido “en las tinieblas y en los sufrimientos”. En ese mundo, el nombre de María nos mueve a la contemplación del “rostro de la Madre”.

Circular Nº27


 

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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"Ven Espíritu Santo, ven a sanar mi manera de reaccionar.
Para que frente a las agresiones reaccione con amor.
Para que frente a las burlas reaccione con comprensión.
Para que frente a las preocupaciones reaccione con la súplica.
Para que frente a los imprevistos reaccione con creatividad.
Para que frente a los fracasos reaccione con la esperanza.
Para que frente a los errores reaccione con constancia.
Para que frente a las desilusiones reaccione con confianza.
Para que frente a los problemas reaccione con paz.
Para que frente a los desafíos reaccione con coraje.
Para que frente a tu amor reaccione con alegría.
Ven Espíritu Santo.
Amén
."


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio cotidiano / Semana 23ª del tiempo Ordinario

 




Evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “A ustedes los que me escuchan les digo: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos los traten. Pues, si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien solo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestan a aquellos de los que esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; será grande su recompensa y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará: les verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midieran se les medirá a ustedes”.

Palabra del Señor.



Amen a sus enemigos

Este pasaje desafía nuestras nociones de justicia y nos invita a vivir con un amor que es generoso, radical y desinteresado. Nos llama a amar a todos, incluso a quienes no lo merecen desde la perspectiva humana. Jesús no solo nos pide que cumplamos con un mínimo de bondad, sino que nos impulsa a ir más allá, a vivir en la plenitud del amor y la misericordia divina. Es una invitación a transformar nuestros corazones para que nuestra vida refleje el amor incondicional de Dios.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Mes de la Biblia


 Padre Dios, confío en tu poder y en tu cuidado sobre mí y sobre los que amo. Ayúdame a confiar siempre en tu protección, no quiero vivir con el corazón lleno de temor. Gracias porque tú estás siempre conmigo. En ti soy fuerte y en ti estoy seguro. Por Cristo Jesús, amén.

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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Jesús quería hacer ver a sus discípulos que no debían entristecerse por su partida, porque en realidad esa partida era un bien para ellos: "Les conviene que yo me vaya" (Juan 16,7). Porque es necesario que Jesús sea glorificado, que pase por la cruz para liberarnos del pecado y resucite llegando glorioso a la presencia del Padre, para poder enviarnos así al Espíritu Santo: "Si no me voy no vendrá a ustedes el Paráclito" (Juan 16,7).

Y la presencia interior del Espíritu Santo es una riqueza y un tesoro que los discípulos no podían ni siquiera imaginar; porque es el Espíritu el que derrama la gracia divina en los corazones y hace presente la vida de Jesús en lo íntimo de los creyentes. Pero el cuarto Evangelio describe la obra del Espíritu Santo de un modo extraño; dice que el Espíritu Santo convence a los creyentes "de un pecado, de una justicia, de una sentencia" (Juan 16,8). En definitiva esto significa que el Espíritu saca a luz el error del mundo que no da a Cristo su lugar y que se mueve con falsos valores que no son su mensaje de amor. Y toda la miseria que el mundo trata de ocultar y disfrazar sale a la luz en toda su negrura gracias a la acción del Espíritu en nuestros corazones. Así, el Espíritu Santo evita que nos dejemos engañar.

El Espíritu hace ver el pecado de incredulidad del mundo, y así muestra cómo el camino que ofrece el mundo es ceguera, oscuridad, sin sentido. Hace ver la justicia, porque muestra que la verdadera justicia, la de Dios, está del lado de Cristo y no de las mentiras del mundo; y hace ver también una sentencia, porque Dios ya ha sentenciado a los poderes del mal, ya los ha condenado, aunque aparentemente ellos lleven las de ganar, aunque parezcan victoriosos.

Dejémonos convencer por el Espíritu Santo, porque él tiene la verdad que nos libera de la mentira.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Semana 23ª del tiempo Ordinario

 




Evangelio según san Lucas 6, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: “Bienaventurados los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados. Bienaventurados los que ahora lloran, porque reirán. Bienaventurados ustedes cuando los odien los hombres, y los excluyan, y los insulten y proscriban su nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían sus padres con los profetas. Pero ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya han recibido su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que están saciados, porque tendrán hambre! ¡Ay de los que ahora ríen, porque harán duelo y llorarán! ¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que sus padres hacían con los falsos profetas”.

Palabra del Señor.


“¡Ay de ustedes, los ricos!”


En el Evangelio nos encontramos con la lectura continuada del capítulo sexto, que nos presenta el discurso inaugural de las Bienaventuranzas.

San Lucas nos habla de cuatro e insiste en el anuncio de un cambio total de las situaciones y refuerza la oposición entre bienaventuranza y malaventuranza.

El mensaje de Lucas es claramente más social que el de Mateo y la forma de este discurso es más breve, sin embargo, el texto está completamente en la línea de todo su Evangelio. Su interpretación de las bienaventuranzas invita a todos los hombres a transformar las estructuras de la sociedad para que haya menos gente desfavorecida. Llama dichosos, a los que en situaciones reales, son pobres, lloran, tienen hambre, son despreciados, y asegurando que de ellos es el reino de Dios, que reirán y serán saciados, marca una antítesis entre el presente y el futuro.

Las bienaventuranzas de Jesús son un mensaje decisivo, que nos empuja a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, incapaces de darnos esperanza. Él nos invita al gozo, y lo expresa exteriormente diciendo "alegraos ese día y saltad de gozo".

Termina este pasaje con cuatro maldiciones que corresponden exactamente a las bendiciones precedentes. Dice el Papa Francisco que "Jesús con su palabra paradójica nos sacude y nos hace reconocer lo que realmente nos enriquece, nos satisface, nos da alegría y dignidad".

Pidamos al Señor, con un fuerte deseo, que nuestra vida sea dichosa porque lo seguimos a Él, que es fuente de la verdad, de la vida y de la alegría auténtica, e inclinando nuestros oídos, escuchemos su mensaje.

Monjas Dominicas Contemplativas

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)

lunes, 9 de septiembre de 2024

Mes de la Biblia

Padre, quiero hacer todo lo que hago como un regalo u ofrenda a ti. Dame un corazón servicial hacia los demás y una actitud de gozo que te glorifique a ti. En el nombre de Jesús, amén.

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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"Espíritu Santo, tú eres Dios. Hoy vengo a pedirte perdón por las veces que te he ofendido. 
Confío en tu misericordia sin límites, en tu compasión que nunca se acaba, y te pido que me perdones por mis caídas. Porque no fui más generoso, porque no siempre me entregué con alegría, porque me dejé llevar por la negatividad o la tristeza, porque en mi interior alimenté algún desprecio y rechazo hacia otras personas. 
Perdóname y purifícame, Espíritu Santo. 
También te pido perdón por las veces que no me dejé inspirar por ti, que no me dejé llevar, que me resistí a tus invitaciones, que preferí quedarme cómodo en mi mediocridad y cerré mis oídos a tus llamados.
Te pido perdón, sabiendo que me darás la gracia para volver a comenzar, para seguir intentando los cambios que me propones en mi interior. 
Gracias, Espíritu Santo, porque nunca dejas de confiar en mí.
Amén."



📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio cotidiano /Lunes - Semana 23ª del tiempo Ordinario

 




 Evangelio según san Lucas 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero Él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: “Levántate y ponte en medio”. Y, levantándose, se quedó en pie. Jesús les dijo: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?”. Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: “Extiende tu mano”. Él lo hizo y su mano quedó restablecida. Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

Palabra del Señor.


¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?


La enseñanza de Jesús no se limita a una exposición doctrinal, sino que incluye la acción salvadora, sanadora, de búsqueda de lo que está enfermo o perdido. Y tiene la costumbre de hacerlo en la sinagoga, en los días dedicados al Señor, el sábado. Nunca hay un día más apropiado para actuar que aquel singularmente dedicado a Dios.

Enseña con los ojos abiertos, mirando a la gente y atendiendo las situaciones que están a la vista. Nos dice San Lucas, que había entre los reunidos un hombre que tiene la mano derecha paralizada. Para quienes estaban allí, eso no tenía especial relieve y los escribas y los fariseos no andan pendientes de esas cosas, van a lo suyo. ¿Qué es lo suyo? Acechar a Jesús, tratar de sorprenderlo haciendo lo que “no se debe en sábado”. No están allí para aprender, para contractar y examinarse. Ellos están seguros de sí mismos y de su perfección.

Jesús coloca en el centro de la comunidad al hombre de la mano atrofiada y les pregunta ¿Qué se puede hacer en sábado, el bien o el mal, salvar una vida o destruirla? La pregunta está planteada, pero el remedio para esa persona no quiere que aguarde su posible contestación. Ha venido a salvar y salva. Y se dirige al hombre de la mano atrofiada, mirando a todos, y le dice: “Extiende tu mano”. La obediencia de la fe manifiesta la fuerza de la palabra. Hizo lo que Jesús le pidió y quedó su mano restablecida. La fe en Jesús es la que sana, salva y devuelve al buen camino.

Cuando no hay fe no hay posibilidad de experimentar la acción salvadora de Dios. Aquellos que, repetidamente son testigos de las obras buenas de Jesús, no se sienten interpelados y nos dice el evangelista: “Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús”. Jesús abre nuevos caminos, da plenitud a lo mandado, poniendo ante los ojos lo que encierra cada mandamiento y cuando eso es comprendido, la mente, el corazón y las entrañas se abren y la sensibilidad ante las situaciones que vive cada ser humano, reacciona para hacer lo que hizo Jesús. Nunca ha habido un día más apropiado para hacer el bien que el día que decimos ser del Señor.

¿Cómo respondo antes las situaciones erradas que se viven en nuestros días? ¿Cómo me interpela la palabra y las acciones de Jesús?

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)

domingo, 8 de septiembre de 2024

Natividad de la Virgen María


 

VIGESIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 




 Evangelio según san Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: “Effetá” (esto es, “ábrete”). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

Palabra del Señor.


“ Ábrete

El primer día de la semana nos trae siempre el recuerdo de la Pascua, la obra de Dios que sigue actuando en nosotros y en la humanidad, y que nos invita a sentirnos protagonistas, pueblo en camino de crecimiento y salvación. El bautismo que un día recibimos y que nos incorporó a Cristo, nos impulsa a unirnos más íntimamente a Él y a tomar conciencia de la fe que se nos ha dado como un don. No es un recuerdo o una rutina que va perdiendo fuerza y sentido, o que se queda en el cumplimiento superficial. Dios quiere que vivamos en plenitud la vida y que nos sintamos felices por hacer del Evangelio y del seguimiento a Jesús el núcleo de nuestra existencia.

La liturgia de este día nos invita a abrir los oídos para escuchar y acoger la Palabra (el pueblo de Israel era consciente de que la fe llegaba por el oído); pero también a pronunciar con los labios y con acciones la riqueza de nuestra fe. Este doble e inseparable movimiento, de acogida interior y de anuncio a los demás, configura nuestra vida como discípulos. ¡La Buena Noticia, recibida y contagiada a otros, sigue teniendo fuerza y fuego!

A nuestro alrededor se multiplican las malas noticias. No es nada nuevo, pero nos vamos acostumbrando a ello, y se debilita la esperanza, la confianza en la humanidad y la certeza de que Dios lo ha creado todo, y a todos, por amor. Se resquebraja la comunicación en todos los ambientes, y crecen las sospechas, el individualismo y las relaciones desde detrás de la pantalla. Por eso, necesitamos en este domingo escuchar a Jesús pronunciar la palabra que nos sana: “Ábrete” (Mc 7,34), y permitir que sea Él quien toque nuestros oídos, sane nuestra lengua, y nos permita sentirnos personas y creyentes en comunicación y diálogo con este mundo.

Fr. Javier Garzón Garzón

Fr. Javier Garzón Garzón
Convento Santo Tomás de Aquino - 'El Olivar' (Madrid)

sábado, 7 de septiembre de 2024

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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Es bueno dejar entrar al Espíritu Santo en toda nuestra vida. No para que nos ayude a descubrir qué debemos hacer o decir, sino también para que nos haga ver cuál es la mejor manera de hacerlo o de decirlo, cuál es el estilo y la modalidad que más nos conviene imprimirle a nuestros actos. Podemos pedirlo con las palabras del Cardenal Verdier:

"Espíritu Santo,
Amor del Padre y del Hijo,
Inspírame siempre lo que deba pensar;
lo que deba decir,
y cómo tenga que decirlo;
lo que deba callar;
lo que deba escribir;
lo que deba hacer,
y cómo tenga que hacerlo.
Para obtener tu gloria,
el bien de los demás
y mi propia santificación.
Amén
."


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Mes de la Biblia

    Gracias, Señor, porque tú eres el fiel pastor que me cuida, me provee y me ayuda. Gracias porque confiar en ti trae descanso y paz a mi ...