lunes, 2 de septiembre de 2024

Evangelio cotidiano /Semana 22ª del tiempo Ordinario

 




 Evangelio según san Lucas 4, 16-30

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en Él. Y Él comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír”. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Y decían: “¿No es este el hijo de José?”. Pero Jesús les dijo: “Sin duda me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún”. Y añadió: “En verdad les digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo asegurarles que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio”. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Palabra del Señor.



“ Ningún profeta es aceptado en su pueblo 


Jesús como el Mesías Prometido: Jesús se presenta como el cumplimiento de la profecía de Isaías, revelando su identidad como el Mesías. Su misión está centrada en traer liberación, sanación y gracia a los marginados y oprimidos. Esta proclamación no es solo un mensaje espiritual, sino una declaración de que el Reino de Dios está presente y activo en su persona.

 La Reacción de los Nazarenos: Al principio, los presentes en la sinagoga se maravillan de sus palabras, pero pronto surge la incredulidad y el rechazo. Ellos conocían a Jesús desde niño, lo veían como "el hijo de José," y no podían aceptar que alguien de su propio pueblo fuera el Mesías. Este rechazo resalta un tema recurrente en el Evangelio: los profetas no son bien recibidos en su propia tierra.

Universalidad de la Salvación: Jesús, anticipando su rechazo, menciona dos ejemplos del Antiguo Testamento: Elías y Eliseo, quienes realizaron milagros para gentiles en lugar de para Israelitas. Esto subraya que la salvación que Él trae no está limitada a un solo grupo étnico o religioso, sino que es para todos los pueblos. Esta declaración provoca ira en los nazarenos, que intentan expulsarlo y matarlo.

La Resiliencia de Jesús: Aunque intentan lanzarlo por un barranco, Jesús pasa en medio de ellos y se va. Esto demuestra su autoridad y la inevitabilidad de su misión. No puede ser detenido por el rechazo o la violencia.

Aplicación para Hoy

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo recibimos a Jesús en nuestras vidas. ¿Estamos abiertos a su mensaje, incluso cuando desafía nuestras expectativas y comodidades? A veces, como los nazarenos, podemos tener ideas preconcebidas que nos impiden reconocer la acción de Dios en lo cotidiano. Además, la universalidad del mensaje de Jesús nos llama a ser inclusivos, a romper barreras y a llevar el Evangelio a todos, sin distinción.

En resumen, Lucas 4, 16-30 nos muestra a Jesús anunciando su misión salvadora y enfrentando el rechazo, recordándonos que el Reino de Dios está abierto para todos, pero requiere de nosotros una respuesta de fe y apertura.



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