Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 13-17
Jesús dijo:
«Nadie ha subido al cielo,
sino el que descendió del cielo,
el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera, que Moisés
levantó en alto la serpiente en el desierto,
también es necesario
que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en Él
tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en Él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por Él».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los cristianos cuando contemplamos la cruz de Jesucristo
no vemos principalmente un instrumento de tortura, para nosotros la cruz es el
signo más claro del amor más profundo, del amor de Dios, manifestado en su la
entrega de su Hijo Jesucristo. Muere en la cruz, para darnos vida, vida eterna.
¡Qué paradoja! Desde la muerte, Jesús da vida.
Contemplamos la cruz de Cristo y damos gracias a Dios
porque su amor a la humanidad, a cada uno de nosotros no tiene medida.
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