Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 20, 27-40
Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y
las mujeres se casan, pero los que son juzgados
dignos de participar del mundo futuro y de la
resurrección no se casan. Ya no pueden morir,
porque son semejantes a los ángeles y son hijos de
Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado
a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama
al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y
el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de
muertos, sino de vivientes; todos, en efecto,
viven para Él».
Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron:
«Maestro, has hablado bien». Y ya no se atrevían a
preguntarle nada.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los saduceos no creían en la
resurrección y plantean a Jesús una pregunta, no para aclarar una duda, sino
para ridiculizar a cuantos creían en la resurrección. A veces no nos
conformamos con presentar nuestras ideas con sencillez y claridad, y
menospreciamos a quienes tienen opiniones y creencias distintas a las nuestras.
"Señor, hazme
sencillo y humilde"
"Ayúdame a respetar
y a amar a los que no piensan como yo"
B. Jesús aprovecha hasta la mala
intención de los saduceos para exponer su doctrina con paciencia: "No es
Dios de muertos, sino de vivos". Nosotros creemos en la resurrección.
Creemos que un día resucitaremos a una vida nueva de hijos de Dios en plenitud,
de fraternidad perfecta.
"Gracias
Señor por el regalo de la fe y la esperanza"
"Ayúdanos a
ser testigos de esperanza en el mundo"
"Perdona
Jesús nuestras desesperanzas y pesimismos"
C.
La fe en la resurrección no nos desentiende de los problemas de la tierra. Los
cristianos no deberíamos tener tanto miedo para entregar la vida por los
hermanos, por el Reino de Dios, porque sabemos que recobraremos una vida nueva
multiplicada. Los cristianos hemos recibido la misión de "traer el cielo a
la tierra", de trabajar para que todos se sientan hermanos e hijos de
Dios. ¿Cómo voy a responder a esta misión? Pido a Dios luz y fuerza para
hacerlo con generosidad.
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