Día 7 - Entrar en comunión de amor a través de la oración contemplativa (II)
En el nombre del Padre
y del Hijo
Y del Espíritu Santo,
Amén.
Continuamos nuestra peregrinación interior por el desierto para desarrollar nuestra vida de oración. Ayer vimos cómo iniciarnos en la oración, y hoy vamos a ver cómo vivirla plenamente y cuál es la meta. De hecho, comenzaremos con la meta.
Me gustaría compartir con ustedesun extracto de Matta el-Maskine que nos habla de la meta de toda nuestra vida de oración:
Desde la encarnación del Hijo de Dios, el Espíritu Santo se derrama gratuitamente sobre todo hombre, según la promesa divina del libro de Joel, que Cristo retomó antes de su Ascensión y que se cumplió plenamente el día de Pentecostés. A partir de ese día, todo hombre en Cristo Jesús púede dejarse llenar del Espíritu Santo, y recibir sus enseñanzas y de su guía directa, lo cual es posible por medio de la gracia de Cristo y en virtud del misterio divino derramado sobre él por el Espíritu Santo, del mismo modo que lo hicieron los profetas de la Antigua Alianza. Así, cada uno ha sido llamado no solo a ser depositario de nuevas revelaciones sobre la fe en general, como lo fueron los apóstoles y los profetas, sino también a conocer, a partir de esta fe, lo que le concierne personalmente, a percibir el camino de su salvación, a descubrir el misterio del amor de Cristo Jesús, que le está reservado personalmente, y a recibir de Cristo la manifestación de su propia persona, según su promesa: "y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él" (Jn 14,21).
Muchos han insistido en el fin último de la vida cristiana, que es llenarse del Espíritu Santom y esto me hace pensar, por ejemplo, en san Serafín de Sarov… ¡Sí, es cierto: la oración diaria, constante y perseverante, a pesar de las dificultades, te llenará por completo y hasta rebosar del Espíritu Santo!
La oración contemplativa se apoya en la Palabra de Dios, como en la meditación, pero invitándonos a leerla simplemente en silencio, teniendo en cuenta que la lectura no es un fin en sí mismo, sino un peldaño hacia la contemplación de Dios. De hecho, la lectura nos ayuda a fijar la mente en Jesús, y una vez que nos sentimos "presente" para Dios, casi sin distracciones, es el momento de dejar atrás todo lo que somos para simplemente habitar en su divina presencia. Te animo a que utilices una cruz o una imagen de Jesús para centrar tu atención en él. Usar una vela también te ayuda a ser consciente de la presencia real de Dios a tu alrededor.
¿Lo intentamos? Ponte cómodo, pero no te acuestes: puedes sentarte o arrodillarte. Cierra los ojos y respira hondo para relajarte. Te voy a dar un poco de tiempo para que repitas "Señor Jesús, Hijo de Dios vivo, ten compasión de mí, pecador". Como vimos ayer, esta repetición ayuda a tu corazón a tener una actitud de recogimiento. "Señor Jesús, Hijo de Dios vivo, ten compasión de mí, pecador", "Señor Jesús, Hijo de Dios vivo, ten compasión de mí, pecador" .... Silencio (30 segundos)
Contempla a Jesús en tu cruz o en tu imagen. (...) Contémplalo como si miraras a un amigo querido, a tu esposo o esposa, o a un miembro de tu familia. (...) Ámalo y dile que lo amas. (...) Una vez que sientas que estás presente para él, quédate así, sin moverte, respirando normalmente. (...) Si tus pensamientos divagan, simplemente di "Jesús" en un susurro, y repite su nombre Jesús... Jesús... Jesús.... Casi como si fuera una respiración.
Repite esto todos los días durante un rato, cinco minutos, luego diez, luego veinte, y verás los frutos poco a poco.
Estamos llegando a la primera gran etapa de nuestra peregrinación, así que Belén está cada vez más cerca. ¿Sientes el amor de Dios por ti? ¿Te sientes amado por Dios? Por supuesto que no es magia y que tendremos que volver a empezar con regularidad, pero dime: ¿ya has recibido algunas gracias? Si es el caso, ¡puedes compartirlas con nosotros!
La clave es perseverar, ¡cueste lo que cueste!
Mañana comenzamos la segunda parte de nuestro viaje. Después de dejarnos amar por Dios, vamos a ver cómo amarle a cambio.
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