Lecturas de hoy / Semana 2ª de Adviento
PRIMERA LECTURA
Del libro de Isaías 48, 17-19
Esto dice el Señor, tu libertador, el Santo de Israel: “Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo por tu bien, te marco el camino a seguir. Si hubieras atendido a mis mandatos, tu bienestar sería como un río, tu justicia como las olas del mar, tu descendencia como la arena, como sus granos, el fruto de tus entrañas; tu nombre no habría sido aniquilado, ni eliminado de mi presencia”.
Palabra de Dios.
Este capítulo alterna oráculos de salvación con palabras de censura. Con excesiva frecuencia, Israel se apartó de Yahvé en detrimento de su propia felicidad, pues su salvación estaba en obedecer las instrucciones divinas. Si obedecía, disfrutaría de una paz duradera, y su descendencia sería tan numerosa como las arenas de la playa. Así se lo había prometido Yahvé a Abraham.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 1
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
• Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/.
• Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto a su tiempo y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
• No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: “¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: ‘Hemos tocado la flauta, y no han bailado; les hemos entonado lamentaciones, y no han llorado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Tiene un demonio’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tienen a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras”.
Palabra del Señor.
Caminos equivocados
La cita de hoy, del evangelio de Mateo, está totalmente relacionada con la lectura de Isaías. Nosotros podemos ser esa generación que no sabe vivir la fiesta, el banquete, la felicidad que Dios quiere para todos sus hijas e hijos.
Estamos convirtiendo la felicidad en un artículo de consumo o evasión para disfrute de unos pocos; nos cuesta pensar y no estamos dispuestos a cambiar nuestro ritmo de vida en beneficio del bien común de la humanidad.
Pero esta situación no trae felicidad y vida. No puede haber fiesta, no puede haber Eucaristía sin comensales abiertos a compartir. No se puede entender a un Dios de la fiesta y el banquete sin asumir el dolor, el llanto, el lamento de los hermanos y hermanas sufrientes.
Nos ponemos con demasiada frecuencia disculpas a nosotros mismos, intentamos justificarnos para seguir tranquilos, diciendo que no sabemos qué hacer… que no podemos cambiar nada…
Nuestra fe no tiene la finalidad de la austeridad y el rigorismo de la visión que tenía Juan Bautista, pero precisamente un Dios de la Fiesta, de la Vida, del Amor, conlleva tener los mismos sentimientos de Dios hacia los crucificados de la tierra, buscando la liberación, la cura, el alivio, el trato humano y fraterno con todos los excluidos de este banquete.
Frente a esta actitud profética de Jesús, de denuncia y anuncio, solo nos queda preguntarnos si es ésta nuestra actitud, frente a la sociedad y a la Iglesia.
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