Lecturas cotidianas / Jueves de la octava de Navidad
PRIMERA LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN jUAN 1,-2,2
Queridos hermanos: Les anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que Él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, Él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Palabra de Dios.
Juan, discípulo que parece ausculta el corazón de Dios, nos transmite parte de su testimonio. Dios es luz sin oscuridad. El símbolo de la luz transmite con fuerza la ausencia de todo lo que pueda oscurecer el mensaje del Amor en nuestra vida. Caminar en la luz, caminar en su Presencia, buscar la veracidad. Caminar en la luz nos reconcilia con el Padre si hay alguna pequeña oscuridad en nuestra vida. Aceptemos esta invitación del Apóstol a caminar en la LUZ que nos reconcilia con Dios y nos pone en comunión con nuestros hermanos.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 123
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.
• Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R/.
• Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. R/.
• La trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-18
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: “Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto”. Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven”.
Palabra del Señor.
Levántate, toma al niño y su madre y vete a Egipto
Y llegamos a uno de los fragmentos del evangelio más complicados de comentar. Apenas ha nacido, Jesús, ya empieza a tener problemas con el poder establecido y tiene que salir huyendo de su tierra, porque Herodes cree en peligro su reinado, pues los magos le anunciaron que había nacido un rey, un competidor, en Belén, y eso no puede permitirlo.
Faltan muchos años para que seamos capaces de descubrir las características del reinado de Cristo. Entonces no se pudo entender un reino y un rey servidor. Puede que nosotros, en nuestro tiempo actual, tengamos también dudas sobre un Rey servidor. Nos gustaría tener al frente un rey poderoso, capaz de hacer y deshacer solo por su voluntad. Un rey cercano a los planes de Herodes, pero muy alejado de los planes de Dios.
Confieso que este suceso me hace estremecer: ¿Cómo puede Dios permitir la muerte violenta de muchos niños y, simultáneamente, salvar a Jesús? ¿Acaso no tenía otros medios para parar a Herodes? Son dos preguntas que no tienen respuesta desde mi entender humano.
Pero también este episodio que nos cuenta San Mateo tiene un evidente paralelismo con la situación que vivió Israel en sus últimos tiempos en Egipto. El Faraón, su rey, ordena que todos los varones israelitas sean eliminados al nacer y Moisés, el elegido por Dios para liberar al pueblo, es salvado de la muerte. Tal vez esta sea la enseñanza que debemos sacar de este texto: Jesús es salvado de Herodes para que en el futuro sea el Salvador de la humanidad entera. Y sabemos que esto lo hizo bien, aunque a veces lo dudemos.
Debemos, también, contemplar en este fragmento, la importancia de la Sagrada Familia en la vida de Jesús y en la nuestra. José y María no tienen dudas sobre el aviso de Dios y se exilian de inmediato, siguiendo las orientaciones del mensajero Divino. Padre y madre se ponen al servicio de Jesús sin dudar ni un instante. Sufren, pero obedecen con la sola idea de salvar al Niño. ¿Estamos nosotros dispuestos a servir a Cristo con la misma devoción que lo hicieron María y José?
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