Lecturas de hoy / Semana 3ª de Adviento

 



PRIMERA LECTURA

Del libro de Isaías 7, 10-14

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo: “Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo”. Respondió Ajaz: “No lo pido, no quiero tentar al Señor”. Entonces dijo Isaías: “Escucha, casa de David: ¿no les basta cansar a los hombres, que cansan incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, les dará un signo. Miren: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”.

Palabra de Dios.


Dios sabe que Ajaz duda de Él, al igual que conoce también nuestras dudas y nuestra falta de fe. Él no nos pide una fe de “carbonero”, sino que fundamenta su Palabra con signos y prodigios y es fiel a sus promesas. Por eso, ante la duda de Ajaz le insiste en que pida una señal y Él se la dará. Y ahí es cuando entra en juego la hipocresía de Ajaz, que muestra a Dios una falsa piedad: no la pido, no quiero tentar a Dios… ¡Cuántas veces nosotros actuamos de ese modo! Conocemos su Palabra, conocemos su voluntad, pero vivimos al margen de Él, pero Dios sale a nuestro encuentro a pesar de nuestra cerrazón y ceguera llevando a cabo su plan de salvación. Por eso, le da una señal para que crea porque Él ama a su pueblo y está dispuesto a salvarlo de todos sus enemigos. Así actúa con cada uno de nosotros.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 23
R. Va a entrar el Señor; Él es el Rey de la gloria.

• Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: Él la fundó sobre los mares, Él la afianzó sobre los ríos. R/.


• ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R/.

• Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Esta es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, ‘porque para Dios nada hay imposible’”. María contestó: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor.



Y la dejó el ángel

La oración colecta del día de hoy me parece un comentario precioso del Evangelio de Lucas y además recoge la mejor petición que podemos hacer en este día: “Tú que has transformado a la Virgen Inmaculada, por obra del Espíritu Santo, en templo de tu divinidad, concédenos, siguiendo su ejemplo, la gracia de aceptar tus designios con humildad de corazón”.

Vemos a la Virgen romper sus planes, plantearse algo completamente diferente a lo soñado por Ella, y hacerlo con humildad de corazón. Vemos a María convertida en templo de la divinidad, y sin embargo Ella se proclama a sí misma “la esclava del Señor”.

¿Qué podemos aprender hoy de este ejemplo maravilloso? A decir en cada momento y circunstancia de nuestra vida “HAGASE EN MÍ”. Es fácil escribirlo, pero qué lucha tan grande se puede entablar en nuestro corazón cada vez que tenemos que rendirnos y decir “hágase”.

Puede parecer fácil decirlo cuando el ángel está presente, cuando tenemos certeza de que eso o aquello es voluntad de Dios; pero cuando el ángel se va, ¿entonces qué? Entonces es el momento de aprender de María esa docilidad del corazón, esa humildad de corazón, esa sencillez y aceptación total. “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

¿Pongo en Dios la confianza cuando me encuentro en medio de la prueba y la dificultad?

¿Me cuesta doblegar mi voluntad a la de Dios? ¿Qué hago cuando me doy cuenta de que Dios me pide algo diferente?

¿Cómo puedo llevar a mi vida esto de aceptar los designios de Dios con humildad de corazón?

Sor Inmaculada López Miró, OP

Sor Inmaculada López Miró, OP
Monasterio Santa Mª de Gracia, Córdoba
nviar coetario 

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