Lecturas cotidianas / Semana 1ª de Adviento
PRIMERA LECTURA
Del libro de Isaías 26, 1-6
Aquel día, se cantará este canto en la tierra de Judá: “Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes. Abran las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti. Confíen siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua. Doblegó a los habitantes de la altura, a la ciudad elevada; la abatirá, la abatirá hasta el suelo, hasta tocar el polvo. La pisarán los pies, los pies del oprimido, los pasos de los pobres”.
Palabra de Dios.
El punto de partida de Isaías fue, al parecer, una devastación del territorio moabita. ¡Qué alegría para Israel ver por tierra a su viejo enemigo!... Ante el anuncio del desastre, los habitantes de Jerusalén se congratulan tanto más vivamente cuanto que les cabe la suerte de vivir en una ciudad fortificada naturalmente y provista, además, de doble muralla. Aparte de esto, confía en Dios; Yahvé, la roca eterna, guarda la ciudad. Jerusalén, puedes alegrarte: la ciudad inaccesible ha sido abatida, ¡pero tú puedes abrir tus puertas!
• Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. R/.
• Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, los bendecimos desde la casa del Señor. El Señor es Dios, Él nos ilumina. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 21.24-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande”.
Palabra del Señor.
“Edificó su casa sobre roca”
(...) Aquel que escucha el mensaje de Jesús, lo asume y sufre un proceso de conversión interior, es como el hombre prudente que construye sobre roca, que proporciona firmeza a los cimientos de la casa; es decir, que guiado por una experiencia interior de Dios, su conversión no es superficial sino firme como la roca y ni las circunstancias adversas, ni los falsos profetas serán capaces de quebrar sus fundamentos, aquellos fundamentos que hacen que, como ser humano, tenga una entrega desinteresada al prójimo y darse totalmente, sin tapujos.
Al contrario, si no asumimos las enseñanzas de Cristo, y nuestra vida se centra más en las cosas mundanas, en las pasiones, los honores, el éxito, etc. aferrándonos a todo aquello que carece de trascendencia, es como el insensato que construye sobre arena, sin cimientos sólidos, y cuando aparecen las adversidades el edificio se desmorona.
La principal misión de todo hombre es edificarse a sí mismo, ya que constituimos un proyecto único e irrepetible, que nosotros mismos debemos forjar y consolidar. Dios nos ha creado únicos pero nosotros debemos dar solidez a ese proyecto individualizado de Dios, como decía San Agustín “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”, lo que significa que Dios en la “Roca Fuerte” sobre la que tenemos que construirnos a nosotros mismos.
¿Tenemos como meta ser el pueblo justo que es admitido en la ciudad de Dios? ¿Somos capaces de construir nuestra vida sobre la Roca que supone el asumir aquello que Jesús nos dice ¿Estamos dispuestos a consolidar la obra única e irrepetible de Dios que ha proyectado a nuestra vida?
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